Guía al hombre rana en este juego submarino de corte ultraclásico
Treasure Frogman te sumerge en el fondo del océano para que controles a un buzo de oxígeno infinito que debe recoger las joyas de cada escenario sin toparse con los habitantes de los mares.
La mecánica de juego recuerda a las primeras maquinitas Game & Watch o al ya mítico Bomb Jack. Sólo que estamos en el siglo XXI y, la verdad, produce un efecto extraño ver que todavía se programan artefactos así.
El control es tan sencillo que asusta: los cursores o cuatro botones equivalentes. Y como particularidad te encontrarás con una predisposición del muñequito a subir como un globo. Aparte, olvídate de la inteligencia artificial. Los malos se mueven siguiendo patrones fijos. Claro que esto no significa que sólo vayan de arriba abajo o de izquierda a derecha.
Vaya, Treasure Frogman es un juego de la vieja escuela que sin embargo se las ha ingeniado para quedarse a mitad de camino entre los puzles y los plataformas. Merece la pena echar unas partiditas por su endiablada dificultad. Te vas a picar, fijo.